Cinco veces en que Black Mirror estuvo muy cerca de nuestra realidad
Terminar una maratón de Black Mirror te puede llevar a mirar la pantalla del celular con angustia y pesimismo. A sentirte la persona más alienada del mundo por dar un like en Instagram. A no querer sacarte una selfie por miedo a desarrollar un “alma de robot”. O a salir desesperado por un mate con el vecino para no perder el contacto humano sin intermediaciones (pero antes enviando un whatsapp para ver si está en casa).
El retrato no-tan-futurista de Black Mirror acerca de cómo la tecnología puede llegar a transformar desde los vínculos más cotidianos hasta la estructura política de un país da bastante para pensar sobre cómo nos estamos relacionando hoy con los dispositivos que ya son parte de nuestro día a día, más aún para quienes trabajamos con ellos.
Sí, diciembre nos pone reflexivos. He aquí cinco episodios de Black Mirror (SPOILER ALERT!) donde se refleja una realidad no tan lejos de la nuestra. El tema es cómo podemos cambiar el cristal del espejo para que sea de otro color.
1) “Nosedive”: detrás de las cinco estrellas
Postear una foto perfectamente escenificada aunque nuestro día no haya sido tan bueno, calificar a un conductor en Uber o celebrar si un tuit es retuiteado por alguien con miles de seguidores. Todo eso es parte de nuestra realidad digital cotidiana, pero que “Nosedive” (primer episodio de la tercera temporada) lleva a un extremo desesperante.

Practicando sonrisas en el baño para llegar al soñado 4,5
En el episodio, todas las interacciones sociales y comerciales están basadas en el ranking que cada persona tiene en la app Rate Me, como si fueran un hotel en TripAdvisor. La obsesión por obtener cinco estrellas lleva a interacciones artificiales y relaciones vacías, porque tener una buena puntuación determina el acceso a productos, lugares y círculos de personas.
Si el argumento ya de por sí es similar a nuestra realidad (la protagonista llega a acudir a un consultor para mejorar la reputación online), Netflix se encargó de borrar las fronteras con la ficción cuando el mes pasado lanzó la aplicación en el mundo real como estrategia de marketing para la nueva temporada.
Pero aunque esta imagen de Nosedive retrate lo que podemos ver en cualquier parada de ómnibus, también sabemos que todavía es más gratificante compartir una merienda que chatear; y –volviendo a la agencia- que un buen producto y un buen contenido no necesitan depender de los likes para llegar a su público.
2) “White Bear”: los filmadores pasivos
El segundo episodio de la segunda temporada es uno de los más perturbadores de la serie. El shock del giro final dura bastante rato más después de los créditos. Pero más que el aterrador sistema de justicia y castigo descrito, lo que más nos inquietó fueron los pasajes donde la gente observa la violencia a su alrededor a través de la cámara del celular, solo registrando, sin hacer nada. Una situación no muy lejana a la de cualquier espectáculo donde hay más gente registrando que mirando.

Los registradores pasivos de White Bear

Cualquier concierto en 2016: la mayoría lo vive a través de su Smartphone
3) “The Waldo Moment»: una caricatura en las elecciones
Waldo (temporada 2, episodio 3) es un dibujito animado que entrevista y critica políticos. Para elevar el rating, los productores deciden que se postule en las elecciones locales, lo que le hace ganar cada vez más popularidad.
Chris Brooker, creador de la serie, comentó en una entrevista que este episodio es sobre el ascenso de los personajes “anti-políticos” al poder. Quizás no imaginó que este año Estados Unidos su predicción sería cumplida en un giro que a muchos impactó más que la ficción (como el propio Twitter de la serie señaló tras la victoria de Trump).
4) “Be Right Back”: ser inmortal en las redes
¿Podría la tecnología traernos de vuelta a alguien que amamos? De eso trata este recordado episodio de la primera temporada: tras perder a su novio en un accidente, Martha contrata un servicio online que emula la comunicación con la persona fallecida a partir de toda la información que él dejó en la web.
No es algo fuera del horizonte: la empresa Enternime comenzó a desarrollar un software que crea una versión virtual de nosotros mismos a partir de nuestra historia en las redes; y una programadora rusa reconstruyó la voz de su amigo en chat mediante Inteligencia Artificial.
Así, Black Mirror predijo esta necesidad de hacernos inmortales a través de las redes, porque en definitiva comunicarse en las redes es comunicarse con una imagen, una ilusión de nosotros mismos, algo que puede seguir existiendo aunque ya no estemos aquí.
5) «Shut up and Dance»: la amenaza del hackeo
La premisa es simple: un grupo de hackers invaden la compu de un joven y le obligan a hacer lo que sea para evitar que sus videos privados salgan a la red. Casi todas las herramientas de hacking presentadas ya existen en nuestro presente: virus que se meten en las cámaras, chats “leakeados”, rastreos por GPS… Y conocemos decenas de casos de conversaciones privadas que pasaron a la luz (los leaks de Snowden son el ejemplo más resonante) y videos íntimos que atentaron contra la imagen de personas públicas.
Acá, la verdadera amenaza es la cantidad inconmensurable de información que dejamos cada día en el mundo digital que habitamos. En ese sentido, este episodio nos abre más los ojos: ¿cómo cuidarnos mejor para seguir siendo personas privadas?
Detrás del espejo: un apunte final
La ciencia ficción, por definición, siempre fue un género visto como lejano en el tiempo, o incluso fuera del tiempo. Pero cuando la brecha con la realidad se acorta es que la historia nos asusta y moviliza. Porque al final no se trata de la tecnología en sí misma: es lo que los humanos hacemos con ella y la sociedad que elegimos construir.
Como agencia digital, sabemos el poder de la tecnología para cambiar la forma de comunicarnos e interactuar con nuestro entorno. Pero así como el mundo retratado por Black Mirror imagina una espiral descendente, también podemos apropiarnos de la tecnología (y no que ella nos apropie) para hacer más simple la vida de las personas y expandir nuestros horizontes, sin que eso signifique perder la conexión humana.